Por Zoraida Álvarez Carvajal.


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¿Qué encontramos alrededor de uno de los temas más representados en el arte? Aquí os traigo la cuarta y última publicación de la serie “Iconografía de la Pasión”. La Crucifixión es uno de los temas más representados en el arte y ha tenido una evolución muy curiosa e interesante. En nada se parecen los crucificados de las catacumbas romanas, con los románicos, ni con los barrocos. He hecho una síntesis de algunos de los elementos más representados a lo largo del arte medieval y del arte renacentista. ¿Conocéis otros elementos? ¿Qué os parecen las obras que os he puesto de ejemplos?

Introducción de la serie “Iconografía de la Pasión”.

En la Historia del Arte cristiano, el ciclo de la Pasión de Cristo tiene un lugar privilegiado y una riqueza asombrosa. A finales de la Edad Media, se convirtió en el tema principal.

La liturgia y el dogma justifican la preferencia de este tema. Por una parte, el sacrificio de Cristo en la cruz (redimiendo el pecado Original e implantando el reino de la Gracia) y la Resurrección son los dogmas esenciales del cristianismo. Por otra parte, la Semana Santa culmina el año litúrgico.

Aunque la Pasión de Cristo empieza con su Prendimiento y termina con su Crucifixión, se acostumbró a integrar los hechos que precedieron y los que siguieron a la Pasión. Así, el ciclo completo está compuesto por tres grupos de temas:

Los tres actos.

En el tema de la Crucifixión se distinguen tres actos:

La iconografía de todo esto es muy extensa, pero en este artículo solamente voy a tratar, de forma muy breve, algunos elementos que rodean a la Crucifixión con Cristo muerto.

La cruz viva o braquial.

Simbólicamente se ha convertido a la propia cruz en una criatura cuyas ramas se han reemplazado por brazos.

La Iglesia y la Sinagoga.

Según Mateo (27: 51), cuando Cristo expiró, el velo del templo se rasgó por el centro de arriba a abajo. Dicha ruptura ha sido interpretada por la Iglesia como el fin del reinado de la Sinagoga, que será reemplazada por la Iglesia de Cristo.

Los dos ladrones.

El Buen ladrón y el Mal ladrón -Dimas y Gestas-, aparecen en muchas ocasiones con elementos que permiten diferenciarlos

Vitale da Bologna. La Crucifixión, h. 1335. Imagen: Museo Thyssen.

Los llorosos.

En las representaciones anteriores al siglo XIII, aparecen la Virgen a la derecha de la cruz y San Juan a la izquierda. A partir del siglo XIV se acostumbró a agruparlos al mismo lado, y así se representa a la Virgen desmayándose y a San Juan o a las Santas Mujeres sujetándola.

María Magdalena aparece al pie de la cruz, junto a los pies de Cristo, con sus cabellos y su perfume, los que utilizó para perfumar y secar los pies a su maestro.

Adán al pie de la cruz.

Los cuatro evangelistas dicen que la colina del Gólgota sobre la que fue crucificado Jesús, significa “calavera” en arameo. Se representa una calavera bajo la cruz, que ha venido a simbolizar el triunfo de la cruz sobre la muerte. Además los teólogos la han identificado con Adán, que había sido enterrado allí, aunque no se mencione en los Evangelios.

Tras la expiración de Cristo, «la tierra tembló y se hendieron las rocas; se abrieron los monumentos, y muchos cuerpos de santos que dormía, resucitaron» (Mateo, 27:52). La Iglesia ha establecido una relación entre el Pecado original y la Muerte redentora de Cristo, concluyendo que la sangre Cristo devolvió a la vida a Adán.

Los soldados echan suertes sobre la túnica de Cristo.

Hace referencia a Juan (19: 23): «Los soldados, una vez que hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costuras, tejida desde arriba. Dijéronse, pues, unos a otros: No la rasguemos, sino echemos suertes sobre ella para ver a quién le toca

Dios Padre.

En ocasiones aparece representado encima de la cruz, bendiciendo y recogiendo el ala de su Hijo.

El pelícano simbólico.

Este animal que se abre el pecho para alimentar con su sangre a sus crías hambrientas, simboliza a Jesucristo entregando su sangre y su vida para redimir a la humanidad.

Martirio de San Denis, de Jean Malouel y Henri Bellechose, Museo del Louvre. / El Calvario (finales del siglo XV) anónimo, Museo del Prado. / Pelícano a los pies del “Cristo del Amor” (1620) de Juan de Mesa. Iglesia del Divino Salvador (Sevilla).

El Sol y la Luna.

La representación de ambos astros tiene orígenes orientales y helénicos, en religiones que los asociaban con una divinidad superior.

Los ángeles recogen la sangre de Jesús.

A partir del siglo XIV aparecen los ángeles psicopompos alrededor de Cristo, lamentándose, llorando y recogiendo la sangre de las heridas en cálices.

Rafael Sanzio. Crucifixión Mond (1502-1503). National Gallery.

Fuentes:

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¡Os espero en la próximo publicación!

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