Por Zoraida Álvarez Carvajal.


Artèpolis es un proyecto personal que nace para pensar y divulgar sobre el patrimonio de Sevilla y Andalucía. Es un recorrido a través de sus historias para ponerlas en valor, enriquecer nuestra visión del pasado y así, comprender mejor nuestro presente.
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HISTORIA Y LEYENDA

El 13 de junio se celebra el día de San Antonio de Padua, el santo franciscano más popular, después de san Francisco de Asís. Nació en Lisboa en 1195 y vivió en Padua los dos últimos años de su vida. Tras estudiar en el convento de Santa Cruz de Coimbra, ingresó en 1220 en la orden de los hermanos menores, cambiando su nombre de pila, Fernando, por el de Antonio.
Fue a Marruecos a buscar el martirio, ya que varios franciscanos acababan de ser asesinados allí. Pero lo obligaron a reembarcar y una tempestad lo condujo hasta Sicilia, desde donde partió a la ciudad en la que se había fundado su orden: Asís. Desde entonces se dedicó a la predicación.
Enseñó teología en Bolonia y recorrió Francia predicando. En 1227 participó en el capítulo general de Asís. En 1230 se ocupó del traslado de los restos de san Francisco. Finalmente predicó en Padua, donde falleció en 1231 y fue canonizado al año siguiente. San Bernardino de Siena difundió su leyenda a través de sermones en el siglo XV, pero fue sobre todo el Liber Miraculorum el texto que contribuyó a la difusión de la biografía, taumaturgia e imagen de san Antonio.

Según el milagro de la Predicación a los peces, San Antonio comenzó a predicar a los peces en la playa de Rímini, tras ser ignorado por un grupo de personas que había allí. Llegaron tantos peces apretujados a la costa, que sus cabezas sobresalían del agua. Entonces, sorprendidos por el milagro, las personas se acercaron a él y éste les habló de la bondad del Creador hacia ellos.

A continuación os comento otros milagros que se le atribuyen al santo conocido en Italia como il Taumaturgo:

La lista de milagros es bastante amplia: el corazón del avaro que se encontró en la caja de caudales, la resurrección del niño que su madre había echado al caldero creyendo que lo acostaba en la cuna, el vaso de vidrio que el caballero dejó caer al suelo desde un balcón sin romperse, el sermón que una señora oyó desde su casa porque no pudo asistir a la iglesia, etc.

CULTO DE SAN ANTONIO DE PADUA

El culto a san Antonio estuvo localizado, hasta el siglo XV, en Padua. En el siglo XVI pasó a convertirse en el santo nacional de los portugueses, que pusieron bajo su advocación iglesias en el extranjero, propagando el mito histórico-religioso, difundiéndose a todas partes del mundo, gracias a la acción de los franciscanos y a la fundación de hospitales, conventos y monasterios. Su figura ocupa un lugar especial en el mundo hispánico, puesto que los descubridores españoles y portugueses iban acompañados de frailes franciscanos que llevaban la imagen del santo como símbolo de sencillez, humildad, sensatez y ejemplaridad, adaptándose su culto a otras culturas.

En Sevilla hay un convento bajo su advocación -el Convento de San Antonio de Padua-, en cuya iglesia está la imagen del santo con el Niño, realizada por Felipe de Ribas en 1642. Cada año, la Hermandad del Buen Fin lo procesiona por las calles de su feligresía, aunque este año se ha suprimido debido al estado de alerta por la Covid-19.

La gran mayoría de la gente lo conoce como el abogado de los objetos perdidos, aunque no exista nada referente a este culto antes del siglo XVII, por lo que se desconoce el origen de esta devoción popular. Buscando una explicación, Guy Coquille escribió en 1612 que puede deberse a un juego de palabras, ya que antiguamente se le llamaba Antonio de Pave (abreviatura de Padua, en italiano Padova), pasando el pueblo a atribuirle la capacidad de recuperar los épaves, que en francés significa objetos perdidos.

Otro culto importante es el de los marinos portugueses, quienes fijaban su imagen en el mástil del barco para tener buenos vientos. Es el santo patrón de los fabricantes de porcelana de Nevers, ya que san Antonio convirtió a un herético al impedir que un vaso se rompiese al caer desde un balcón. También se le invocaba para salvar náufragos y liberar prisioneros. Ayuda a los pescadores a tener buena pesca y a las casamenteras a “pescar” novio. El origen de la devoción del pan de san Antonio es relativamente reciente.

Normalmente sus devotos le rezan tres oraciones, meten la imagen del santo en un pozo, le colocan boca abajo, le tapan un ojo o atan un nudo con un pañuelo.

ICONOGRAFÍA DE SAN ANTONIO DE PADUA

La fijación de la imagen iconográfica del santo con fines pedagógicos se atribuye a la divulgación del Liber Miraculorum y de textos traducidos que circularon en el siglo XV. En la Biblioteca Nacional de España se conserva un códice titulado Espertamiento de la voluntad de Dios, con una parte titulada “Milagros que Nuestro Señor hizo por nuestro padre san Antonio”, que recoge veintinueve milagros, tomados del Liber Miraculorum.

Según describe un cronista de Padua, san Antonio era de una talla inferior a la media, muy corpulento, con la cabeza redonda y el vientre hinchado. A pesar de esta descripción, en el arte se le representa con delgadez ascética y vestido con el hábito franciscano ceñido a la cintura por el cíngulo.

Sus atributos, al igual que sus milagros, son copiados de otros santos:

  1. Las llamas brotando de su mano es un atributo que surge por confusión con la iconografía de san Antonio Abad.
  2. El corazón inflamado es una iconografía que procede de san Agustín.
  3. La rama de azucena, símbolo de pureza, es el atributo de san Bernardino de Siena, a quien se debe en gran medida el culto a san Antonio por haber divulgado sus leyendas, pues antes había permanecido a la sombra de san Francisco.
  4. El Libro alude a la Sagrada Escritura y a su conocimiento.
  5. El Niño Jesús alude a la Aparición que tuvo en su habitación durante un viaje a Francia, posiblemente en la zona de Limoges. La Contrarreforma lo puso de moda y ha sido desde entonces su atributo más popular.
  6. El crucifijo florido.
  7. Los peces escuchando el sermón.
  8. La mula arrodillada ante la hostia.

SAN ANTONIO DE PADUA Y MURILLO

En Sevilla, la mayoría de las representaciones de san Antonio es la escena en la que aparece con el Niño, ya sea sentado, de pie o en brazos del santo o de la Virgen. El tema de los santos con el Niño Jesús es uno de los preferidos por la pintura barroca de la Contrarreforma con gran difusión en la escuela española. Sin salir del Museo de Bellas Artes de Sevilla, vemos varias pinturas de Murillo con el Niño Jesús apareciéndose a varios santos, o ya en brazos de éstos.

San Agustín con Virgen y Niño, ca. 1664-1670, procedente del Convento de San Agustín, de Sevilla. Presenta la aparición al santo de la Virgen con el Niño que atraviesa con un dardo el corazón inflamado que el santo les ofrece, arrodillado.

San Agustín con Virgen y Niño, ca. 1664-1670. Foto del Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Del ciclo que Murillo realizó para el Convento de los Capuchinos, de Sevilla, entre 1665 y 1669:

En San Félix de Cantalicio con el Niño, el pequeño acaricia dulcemente las barbas blancas de san Félix ya anciano, que le tiene entre sus brazos. En formato mayor, San Félix de Cantalicio con la Virgen y el Niño, la Virgen se le aparece en un rompimiento de gloria y le entrega en sus brazos al Niño.

San Félix de Cantalicio y el Niño.
San Félix de Cantalicio con la Virgen y el Niño.

En San José y el Niño, Jesús está representado con una edad más mayor que en los otros lienzos. A diferencia de los otros cuadros mencionados en este texto, éste es el único en el que Jesús está vestido, ya que representa al niño pequeño con su padre, mientras que ante los santos se aparece desnudo -o simplemente en vuelto en un pañal blanco-, para mostrar que se trata de apariciones en siglos posteriores. Se trata de una característica que se utilizaba ya en la Antigüedad, el representar a los humanos vestidos y calzados y a los dioses desnudos y/o descalzos.

San José y el Niño. Foto de Javier Baladrón.

Murillo realizó numerosas versiones de san Antonio de Padua, utilizando en todas la misma escena con la imagen que se tenía del santo, divulgada a través de publicaciones literarias como San Antonio de Padua, de Mateo Alemán, publicada en Sevilla en 1604. Aunque solo voy a mencionar El divino portugués, San Antonio de Padua, de Calderón de la Barca, son numerosos los autores del Siglo de Oro que escribieron textos con el santo como tema principal, por detrás de la Virgen y de la vida de Cristo. Siguiendo con la colección del Museo de Bellas Artes de Sevilla, encontramos dos lienzos correspondientes al ciclo que realizó para el Convento de los Capuchinos.

El lienzo de San Antonio de Padua con el Niño formaba pareja con el de San Félix Cantalicio en el retablo de la Porciúncula. El Niño está de pie sobre un libro abrazando al santo. Y también en formato mayor, San Antonio de Padua y el Niño. El Niño está sentado sobre un libro rodeado por un brazo del santo.

San Antonio de Padua y el Niño. Foto de Javier Baladrón.
San Antonio de Padua y el Niño.

El lienzo más grande de la producción de Murillo fue la Visión de San Antonio de Padua para la capilla bautismal (o Capilla de San Antonio de Padua) en la Catedral de Sevilla, de 1665. Es el cuadro más diferente a los demás, ya no sólo por su tamaño, sino por lo imponente del rompimiento de gloria y de la arquitectura en la que se encuentra san Antonio. Un gran diagonal que atraviesa el cuadro de un extremo al otro, une visualmente al Niño y al santo. Para su realización, Murillo tuvo en cuenta la ubicación de destino para todo: la luz de la vidriera en la capilla (por lo que representa la puerta de un claustro luminoso a la izquierda), la perspectiva de las baldosas y todo el conjunto en general depende de la perspectiva según la ubicación del espectador que accede a la capilla. Actualmente, debido a las luces artificiales ubicadas por toda la capilla, el magistral juego de luces que ideó Murillo para el lienzo, no funciona.

La visión de San Antonio, Catedral de Sevilla.

En cada lienzo, Murillo ha representado los atributos de los santos. Así, en el de san José aparece la vara florida, en el de san Félix de Cantalicio la talega de pan, en el de san Agustín el corazón inflamado y en los de san Antonio de Padua el ramo de azucenas y el libro abierto.

Todos estos lienzos tienen en común ciertos recursos como la composición típicamente barroca, con el uso de diagonales y triángulos, las figuras son del tamaño natural, la diversidad de gestos y actitudes en los personajes. La luz está centrada en las figuras principales y, en los lienzos de mayor formato, en el rompimiento de gloria lleno de angelitos y querubines. El escenario -exceptuando el de la Catedral-, suele ser un paisaje bucólico con muy pocos elementos: un árbol, una roca, una peña, unas ruinas… Los personajes de Murillo muestran tal grado de humildad y afectividad a través de abrazos, sonrisas o miradas candorosas, que es difícil de superar.

Por último, me resulta casi imposible hablar de La Visión de San Antonio de la Catedral de Sevilla, sin mencionar la anécdota del robo, que se convirtió en una de las más sonadas de la Historia del Arte. El día 5 de noviembre del 1874 la figura de san Antonio fue cortada y robada. Dicho fragmento de lienzo apareció en Nueva York a la venta el 2 de enero del siguiente año, por lo que pudo ser recuperado y restaurado, exponiéndose al público el 30 de junio de 1875. El siguiente fotomontaje muestra el hueco que quedó tras el robo. Parece que este santo milagrero fue capaz de encontrarse a sí mismo, en la otra parte del mundo, tan solo 3 meses más tarde 😉

Juan Laurent y Minier, hacia 1874. Albúmina sobre papel fotográfico, 284 x 177 mm. Foto del Museo del Prado.

Espero que os haya gustado este post. Podéis dejarme vuestras impresiones en comentarios. No olvidéis que tenéis mucha información sobre Historia del Arte en Sevilla y en general, en Twitter e Instagram. Si queréis una visita guiada sobre Murillo en Sevilla, podéis contar conmigo, como guía de la Junta de Andalucía.

Os espero en el siguiente post.

Muchas gracias a Javier Baladrón por prestarme sus fotografías, de su artículo. Os recomiendo su lectura:
http://artevalladolid.blogspot.com/2018/05/exposicion-murillo-y-los-capuchinos-de.html

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