Hacía ya tiempo que quería hablaros de un cuadro que me parece especial por muchas razones. Es por ello que además esta obra inspira el nuevo logotipo de Artépolis. Se trata de un cuadro que realizó la pintora Artemisia Gentileschi en 1616 titulado L’allegoria dell’inclinazione, en español, Alegoría de la Inclinación. Lo pintó por encargo del poeta y escritor Miguel Ángel Buonarroti el Joven, apodado “il divino”. La obra forma parte de uno de los techos de su casa, en una serie de representaciones pictóricas que conmemoraban la vida y las virtudes de su tío abuelo, el famoso artista Miguel Ángel Buonarroti.
Artemisia Gentileschi se trasladó desde Roma, su ciudad natal, a Florencia, entre finales del 1612 o inicios del 1613. En esta ciudad se alejó de la tutela de su padre, el pintor Orazio Gentileschi, inició su carrera de forma independiente, encontró su propio estilo y obtuvo sus primeros éxitos. Me parece importante hacer mención al hecho de que tuvo cinco embarazos y partos prácticamente consecutivos, un dato muy importante que condiciona las vidas de las mujeres, y más aún en el pasado.
Obtuvo el acceso a la Accademia delle Arti del Disegno de Florencia (Academia de las artes del dibujo), un hecho importantísimo por ser la primera vez en la historia que una academia de arte europea admitía a una mujer. En Florencia trabajó para mecenas de la talla de la familia Medici. Cuando pintó La Alegoría de la Inclinación para el techo de la Casa Buonarroti, los demás pintores que realizaron los cuadros que componían esa serie eran los más famosos de Florencia en aquel momento; la única artista no florentina era Artemisia Gentileschi, a la que además el comitente pagó el triple respecto a los demás.
La alegoría está personificada en un cuerpo femenino sentada sobre una nube, sosteniendo una brújula orientada hacia una estrella, para representar la inclinación natural o vocación del artista. Se trata de un autorretrato de Artemisia Gentileschi porque, a pesar de estudiar en la academia, las mujeres no pudieron acceder a las clases de anatomía humana del natural hasta siglos más tarde. Por lo tanto, para representar desnudos masculinos, las pintoras estudiaban con estatuaria clásica y renacentista, y para los desnudos femeninos, estudiaban, además de estatuaria, sus propios cuerpos frente a espejos para conseguir más naturalidad.
Unas décadas más tarde el heredero de la casa, Leonardo Buonarroti, encargó al pintor Baldassarre Franceschini conocido como il Volterrano, cubrir el cuerpo desnudo con mantos y velos, con la intención de salvaguardar el pudor de las mujeres de su familia y de la casa.
Me parece una obra tan significativa de las mujeres en la historia del arte, que por estas y otras razones personales lo he escogido para crear el nuevo logotipo de Artépolis: historia, arte y género.