Por Zoraida Álvarez Carvajal.


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ARTEMISIA GENTILESCHI. Magdalena como la Melancolía. Hacia 1622-1625. Catedral de Sevilla.

Cuando visitas la Catedral de Sevilla, probablemente pasas por alto una de las obras más importantes que tiene en su colección de pintura. Es lógico que no hayas visto todos los cuadros de la Catedral, porque tiene muchísimos y es imposible conocerlos todos. Cuando digo que se trata de una de las pinturas más importantes, no quiero desvalorar las demás obras maestras, ni mucho menos. La Catedral ha contratado, desde sus inicios, a los mejores maestros de la ciudad y de los alrededores, para llevar a cabo la obra de la magna hispalensis. Y no sólo ha encargado la realización de las obras, sino que también se ha enriquecido comprando otras, intercambiando y a través de donaciones.

En la Catedral de Sevilla tenemos un precioso cuadro de una Magdalena, pintado por uno de los artistas más importantes del Barroco europeo, la pintora italiana Artemisia Gentileschi. Y como hoy, 22 de julio, es la onomástica de Santa María Magdalena, uno de mis personajes predilectos de la Historia del Arte, quiero hablaros de este maravilloso cuadro y contaros cómo llegó a nuestra Catedral.

Artemisia Gentileschi nació en Roma en el año 1593. Se educó artísticamente con su padre, el pintor Orazio Gentileschi, de quien heredó el estilo y la técnica, que se aprecian sobre todo en las primeras obras de la artista.

Susana y los viejos es fue su primera obra firmada y muestra ya, a la edad de diecisiete años, su talento como y también el que será el tema más frecuente de su pintura: las heroínas.

Susana y los viejos. 1610. Castillo de Weissenstein de Pommersfelden (Alemania)

Tras formarse en el caravaggismo suavizado y de rasgos elegantes de su padre, estudió la pintura anterior y contemporánea en sus viajes y estancias por numerosas ciudades (Florencia, Roma, Génova, Venecia o Londres) y dio un paso con la incorporación de tonos cromáticos más dramáticos y el perfecto manejo de la luz.

Después de viajar por Italia ampliando su formación y realizando encargos, en 1630 instaló su taller en Nápoles. Allí se convirtió en una de las artistas más importantes e influyentes, protagonista principal en la evolución del naturalismo estricto hacia cromatismos y atmósferas propias del neovenecianismo.


Cristo y la Samaritana. 1637. Nápoles, colección privada.

El cuadro de Artemisia Gentileschi que está en la Catedral de Sevilla, se encuentra expuesto en la Sala del Pabellón. Es la primera sala que debemos atravesar tras haber pasado por la taquilla de entrada para la visita individual (Puerta de San Cristóbal, del Príncipe o de la Lonja).

Se trata de María Magdalena representada como alegoría de la Melancolía. Está sentada en un sillón frailero, vestida a la usanza del siglo XVII. Ocupa casi toda la superficie del cuadro, predominan los tonos ocres y solo tiene un cortinaje rojo como escenografía.

Si nos fijamos en su rostro, vemos sus ojos hinchados y enrojecidos que revelan haber llorado desconsoladamente. Sufre de melancolía por la muerte de su maestro, Jesucristo. Sujeta sus cabellos como si le sirviesen de pañuelo para secar sus lágrimas. Son los mismos que utilizó para secar los pies de Jesucristo cuando los ungió con perfume.

¿Y qué hace una obra de Artemisia Gentileschi en Sevilla?

El III duque de Alcála de los Gazules, de origen sevillano, conoció a la pintora durante su estancia en Roma como “embajador de obediencia” de Urbino VIII, entre 1625-1626. La pintora asesoró al duque en la adquisición de numerosas obras.

Antes de regresar a Nápoles como Virrey, había comprado en Roma obras de arte para decorar su residencia de Sevilla, la Casa de Pilatos. Es posible que comprase entonces la Magdalena. Cuando en 1630 Artemisia Gentileschi se había trasladado a Nápoles, contó con el apoyo del Virrey.

Al fallecer el III duque de Alcalá en 1637 gran parte de su colección artística se vendió en almoneda para pagar deudas. La colección se dispersó y la Magdalena llegó a la Catedral de Sevilla procedente de la Casa de Pilatos.

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