No me interesa tanto concluir si el pintor Édouard Manet pretendió, o no, representar una prostituta en esta pintura que pasó a llamarse Olympia. Desde luego, no dejó ninguna declaración ni prueba al respecto, que lo afirmase o desmintiese.
Lo que me interesa realmente es reflexionar acerca del proceso de cómo esta obra impresionista se ha leído en esa clave. En cómo toda la comunidad de la historia del arte -y por ende, la sociedad-, ha asimilado que la modelo aquí representada es una prostituta.
En clase de historia del arte el profesorado continúa actualmente explicando, ya no solo que el pintor Manet quiso representar una prostituta empleando la iconografía de la diosa Venus acostada, sino que van allá y explican que ¡la propia modelo ejercía la prostitución!
No solamente no tenemos pruebas para afirmar lo primero, sino que lo segundo es una auténtica falacia, pues sabemos que la modelo de Olympia se trata de la pintora Victorine Louise Meurent, que modelaba para pagarse sus clases de pintura. Sobre ella hablé en este otro artículo que puedes leer pinchando aquí.
- Un señor escribe algo, con sus sesgos y prejuicios.
- Un historiador del arte lo lee y lo emplea como fuente para una publicación académica.
- Y si es un historiador del arte muy reconocido en la academia, a partir de ahí nos encontraremos su teoría en museos, en manuales de historia del arte, el profesorado la explicará en clase, aparecerá en reportajes, documentales y en redes sociales. Incluso la gente la defenderá con vehemencia, como si fuera el santo grial, si osas cuestionarla.
En este vídeo que dejaré a continuación trato de analizar, por una parte, la construcción historiográfica (el relato), y por otra, la interpretación del espectador desde sus prejuicios y desde la confianza ciega a las voces autorizadas.